Ignacio MD Carranza, autor de la más que recomendable newsletter Los Pasos de Bikila, nos explica en detalle qué es March Madness, sus orígenes, el sistema de juego y el protagonismo de los brackets para el éxito de esta locura de competición
Los cimientos del éxito del March Madness
En 1939 Alemania invadía Polonia y desencadenaba el inicio de la guerra más cruenta e internacional que se recuerda. No todo fue malo aquel año. Los hermanos Marx rodaban la maravillosa e inclasificable “Una noche en la ópera”; en Connecticut se lanza la primera radio de FM comercial (la WDRC-FM) y se celebra la primera edición del March Madness.
Aquella edición inicial de la denominada locura de marzo fue conquistada por la Universidad de Oregon con una fase final de apenas ocho equipos en lo que fue una competición universitaria de alcance limitado. Hoy en día el March Madness se ha transformado en un evento social en EEUU que va mucho más allá de lo deportivo y moviliza a decenas de millones de norteamericanos. Hablamos de una competición en la que únicamente participan jugadores universitarios, lógicamente amateurs, con un nivel de baloncesto mediocre en la mayoría de los equipos y, sin embargo, consigue paralizar a un país enorme.
¿Cómo es posible?
Porque se produce la tormenta perfecta y la NCAA, que es quien la organiza, lo sabe aprovechar perfectamente. En primer lugar, hay que destacar la vinculación que tiene el ciudadano medio norteamericano con el deporte universitario. Aquí en España (y me temo que en el resto de Europa y Latinoamérica es igual) el deporte universitario solo lo siguen los que lo practican y algunos (pocos) compañeros de clase. En EEUU el deporte universitario tiene un seguimiento masivo, entre otras cosas por su sistema de ligas profesionales cerradas en torno a treinta equipos que provoca que muchas zonas del país no tengan un equipo en la NFL, o en la NBA. No sucede lo mismo con las universidades, casi cualquier punto del país tiene mas o menos cerca alguna universidad que entra en competición.
Pero eso son solo los cimientos de su éxito. Aquí en Europa hay un seguimiento casi reverencial del fútbol y no se ha conseguido una competición que salte de lo deportivo a lo social. La Champions tiene un seguimiento muy importante, pero existe una mayoría de europeos que se desentienden de ella.
El March Madness se sigue por millones de personas que no son muy aficionadas al baloncesto pero caen en el entramado diseñado por la NCCA que utiliza dos bazas ganadoras y muy atractivas: un sistema de competición kamikaze y los brackets o apuestas personales.
El Torneo
Empecemos por la forma de organizar el torneo. La fase final se juega por el sistema de eliminación directa a partido único de forma que el campeón acaba invicto en los cruces. Los equipos que participan en la fase final se han ido ampliando con el transcurso de las décadas y han pasado de 8, después a 32 equipos y finalmente a los 64 incluidos en el año 1985 y que se mantienen en la actualidad. Esas 64 universidades se eligen por el comité organizador de entre los cientos de universidades que juegan en el país en base a sus resultados previos en sus respectivas conferencias.
Una vez seleccionados los 64 equipos se dividen en cuatro zonas de 16 equipos. Cada zona tiene su seed 1 o equipo favorito y se van formando los emparejamientos en función de la clasificación previamente asignada. El seed 1 se empareja con el seed 16, el seed 2 con el seed 15 y así sucesivamente en cada zona. Como el nivel es parejo y todo se decide en un único partido en campo neutral aparece la “locura” que da nombre a la competición porque se producen resultados sorprendentes en los que universidades pequeñas con un número de clasificación bajo eliminan a las universidades mas conocidas y potentes del país.
El March Madness de este año concluyó el domingo pasado (empieza en marzo pero acaba en abril) y ha tenidos menos sorpresas de las habituales pero siempre nos deja historias sonadas. El inolvidable instructor de la película “Oficial y caballero” interpretado por el entrañable y recientemente fallecido Louis Gosset Jr le soltaba a uno de los aspirantes a marines que en su ciudad solo había vacas y capullos y añadía “y tú no tienes cuernos”. Pues bien, en Kentucky se suele decir que solo hay caballos y jugadores de baloncesto, hasta ese punto llega la afición por este deporte en esos parajes. Este año la Universidad de Kentucky aspiraba a volver a ganar el título que han levantado en ocho ocasiones. Sin embargo, y contra todo pronóstico, perdieron en la primera ronda en su enfrentamiento con la pequeña universidad de Oakland. Ha sido un shock tan grande que su legendario entrenador John Calipari ha decidido empezar un nuevo proyecto en Arcansas, lejos de los caballos de Kentucky… y de sus jugadores de baloncesto.
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La competición femenina
La otra gran historia de este March Madness nos llega desde la competición femenina. Allí estaba la que puede llegar a ser la mejor jugadora de la historia: Caitlin Clark. Ha liderado a la Universidad de Iowa hasta su segunda final consecutiva, pero la ha vuelto a perder. Una jugadora especial, con una facilidad anotadora que no se veía desde Michael Jordan que, sin embargo, no ha conseguido el título para la universidad del estado que la vio nacer. Eso sí, ha logrado un registro que casi vale más que cualquier título. Su juego es tan espectacular y atrae tanto los focos que, por primera vez en la historia, la final femenina del March Madness ha sido más seguida en televisión que la masculina. Casi nada.
Los Brackets
Las historias que surgen en el March Madness ayudadas por un sistema de competición imprevisible resultan muy atractivas pero lo que realmente convierte este torneo en un evento social son los denominados brackets. Cada ciudadano pronostica antes de empezar la competición cómo cree que van a ir los emparejamientos del cuadro formado hasta indicar los cuatro clasificados de la final four con la consiguiente final y su correspondiente campeón. En total, se pronostican 63 partidos y obviamente es imposible acertarlos todos, pero se hace seguimiento público de la mejor apuesta de las registradas. Desde que los medios informáticos permiten clasificar las apuestas el récord lo consiguió un aficionado que en el año 2019 consiguió acertar 49 partidos seguidos. Otros años con más sorpresas la marca de aciertos consecutivos se reduce hasta 25 como en el 2016.
Nadie jamás ha acertado el bracket completo, algo comprensible dado que la probabilidad matemática de conseguirlo es una entre 28 mil millones, teniendo en cuenta las diferentes sorpresas que hay cada año más los innumerables partidos que se presentan muy igualados.
Más allá de la clasificación general, los brackets generan infinidad de piques, porras o competiciones particulares entre los aficionados. En los comercios, en las oficinas, en las escuelas y por supuesto en las universidades, se comparten los pronósticos con las correspondientes cervezas y cenas en juego. Es imposible saber con certeza cuantos Brackets se rellenan en el mes de marzo en EEUU, pero los estudios realizados indican que la cifra se ubica cada año entre 70 y 100 millones de Brackets.
Habéis leído bien.
Y luego está el seguimiento de los brackets de los famosos. Como no podía ser de otra manera personajes populares de toda índole hacen públicos sus pronósticos, desde el presidente Joe Biden, pasando por el ex presidente Barack Obama hasta todo tipo de celebrities de la televisión, el cine, el deporte o cualquier otra disciplina. Publicación de brackets que supone un ejercicio de cierta valentía porque cuando acaba la competición no son pocos los que se “acuerdan” de los pronósticos previos y hacen mofa de aquellas celebreties cuyos pronósticos no se parecen en nada al resultado final, que tampoco son precisamente pocos.
Como veis el March Madness se ha convertido en un evento puramente social que anima a involucrarse a los ciudadanos sepan o no de baloncesto. Es una jugada magistral de la NCAA que bien podría imitarse en Europa si se le pusiera algo de imaginación.
Por ejemplo, ahora que la UEFA va a cambiar el sistema de competición de la Champions podría clarificar el cuadro de emparejamientos desde los octavos hasta la final para que todos los aficionados pudiéramos configurar nuestro particular sistema de cruces en una especie de brackett, reducido, pero igualmente divertido.
Ahí dejo la idea, de nada, Ceferin.
Artículo de Ignacio MD Carranza, autor de la newsletter Los Pasos de Bikila